lunes, 24 de mayo de 2021

Carta de Marruecos

 Carta de Marruecos

 

“¿Puede haber algo más ridículo que la pretensión de que un hombre tenga derecho a matarme porque habita al otro lado del agua y su príncipe tiene una querella con el mío, aunque yo no la tenga con él?”. Blaise Pascal, matemático y filósofo francés.

 

 

“El día 9 a las 8 empezó un tiroteo a mi tienda, sin que afortunadamente ocurriera nada a los que estábamos dentro, no así a los 5 que estaban fuera, que los pobres murieron a la 1ª descarga, pues era una emboscada a bocajarro que les costó la vida al cabo y 4 soldados entre ellos a mi pobre ordenanza.

Fue una agresión en toda regla pues nos atacaban a cuatro sitios: un grupo de enemigos se encargó de matar a los 5, otro tiraba a nuestra tienda y más que nada a la puerta para que no saliéramos, otro grupo se encargó de no dejar que nos subieran a proteger la posición y el último se las entendió con el Blokau que tiene aquí cerca la Policía Indígena y a los que mataron también un policía.

El tiroteo duró unos 3 cuartos de hora, en cuanto empezó nos tiramos a las aspilleras y dije que no se tirara un tiro si no se veía algo y así fue: en efecto nos tiraban a 10 o 15 metros y no podíamos ver ni a un solo enemigo, que estaba emboscado en un bosque que hay a nuestra espalda y por lo tanto desde mi tienda no se tiró ni un solo tiro.

(...) El enemigo huye al Monte Santo (...). Cojo el fusil y tiro 4 o 5 tiros con alza 4 (...). Hacemos una descarga a lo que nos contestan con tanto acierto que a mí me manchan con tierra de una bala que dio muy cerca de mí y 3 o 4 más que pasan silbando por encima de nuestras cabezas (...) los moros han desaparecido en el bosque del Monte Santo.

Los 5 infelices murieron sin dar un grito y todos heridos en la cabeza, corazón y pecho (...)

En la posición mataron al caballo del Capitán y a un soldado le agujeraron el sombrero estando apuntando en el parapeto. En mi próxima completaré todos los detalles.

Yo como siempre estoy bien y contento”.

Sgto. José María Bañeres. Posición de Adru (?), Marruecos, 22 abril 1922

 

 

Casi por casualidad, ha llegado ahora a mi poder un lote de cartas que mi abuelo escribió a sus hermanos en Barcelona (a donde la familia se había trasladado desde su Tamarite natal). Soldado voluntario desde 1918, ya como sargento se incorporó con su regimiento en agosto de 1921 al grueso de tropas españolas en el norte de Marruecos. Era la II Guerra de Marruecos, que duraba desde 1911.

Por la fecha, formaba parte del contingente que se preparó para recuperar el terreno perdido entre los meses de julio y agosto.

 

Porque fue en julio de hace cien años cuando sucedió el Desastre de Annual, uno de los episodios más tristes de nuestra Historia del siglo XX. (Des)compuesto por una oficialidad corrupta que traficaba con sus propios suministros y una tropa en alpargatas y mal pertrechada y alimentada que estaba allí porque no podía pagar por no estar,  el ejército español se afanaba en protagonizar su parte del guión en el lamentable reparto del pastel africano, intentando oficializar y asegurarse de por vida la explotación de sus recursos materiales. A nosotros nos tocó la también llamada Guerra del Rif, consecuencia de la rebelión de los habitantes del norte de Marruecos contra un reparto entre España y Francia que pretendían mantener sus posesiones allí en forma de protectorado. Fue el resultado de la Conferencia de Algeciras de 1906, en donde Reino Unido, Alemania, Francia y España firmaron las actas y otros nueve países europeos asintieron.

 

En la batalla de Annual murieron unos diez mil españoles, la mayoría brutalmente asesinados tras rendirse. El cuerpo del general Fernández Silvestre, responsable primero de una operación mal diseñada y peor ejecutada, nunca apareció. Esa guerra se ganó al final, pero dejó heridas profundas en la sociedad española, desprestigiando un poco más a la monarquía -que la había impulsado tras la pérdida de Cuba y Filipinas- y agravando una situación política y económica -32 gobiernos en 23 años- que propiciaría al poco la dictadura de Primo de Rivera. El país se acercaba al precipicio.

 

Desconozco si el sargento Bañeres participó directamente en la recuperación de Annual: Adru, Haddur, Haddour... son varios los topónimos que podrían coincidir con el remite de la carta transcrita arriba. Sí sé que estuvo en diferentes frentes y cruentas batallas,  la mayoría en la zona de Tetuán, hasta que en 1927, terminada la guerra en el 26, volvió definitivamente a la Península.

 

En 1941 falleció por tuberculosis, posiblemente latente desde sus seis duros años en África. Dejó viuda y cinco hijos: la mayor, mi madre, con doce años.

 

A una guerra se llega por incapacidad o falta de voluntad de llegar a otros acuerdos, por odio entre iguales o por desprecio hacia los inferiores, debidamente alentados ambos por fácticos poderes, incluso por capricho, un quítame allá esa bandera. Pero...¿alguien realmente calcula las consecuencias? Las reales, las irreparables, las que afectan a las personas, no a fronteras, estandartes o ricos yacimientos. ¿O, una vez calculadas, se invoca aquello tan peligroso de el fin justifica los medios? ¿Cualquier medio? ¿Todo fin? La frase, resumen de Napoleón tras leer a Maquiavelo, es quizás el mejor ejemplo de aporía:  enunciado que expresa o que contiene una inviabilidad de orden racional (RAE). Malditas contradicciones...

 

¡Qué desastre el de Annual, qué desastre la guerra, qué desastre todas las guerras!

 

 

 

Carlos Fernández Bañeres

Mayo, 2021

 

Publicado en Andalán.es el 09.05.2021

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