domingo, 1 de enero de 2017


IEVA



I   


(Habitación en semipenumbra. Al fondo se ve un camastro, pocos muebles más, las paredes descuidadas. El ambiente es frío. Los personajes hablan junto a una estufa de leña)

MADRE: Nos vamos, Ieva.
IEVA: ¿Irnos... a dónde? Está nevando y es de noche.
MADRE: Nos vamos de aquí. Lejos. A otro país. Aquí no podemos vivir.
IEVA: Pero... ¿Qué dices? No entiendo. ¿A otro país? Mañana tengo que ir al colegio, y después vamos a casa de la abuela... y... y... y el mes que viene es la fiesta de...

(La cabeza de Ieva va muy deprisa. Quiere buscar muchas excusas para no aceptar lo que acaba de oír. Algunas amigas suyas también se han ido)

MADRE: Aquí no podemos vivir, Ieva. Mi sueldo no llega para nada, todo es caro y escaso, pasamos hambre... y  hace tanto frío...
IEVA: ¡No es verdad! Yo no tengo hambre, y la abuela nos da cosas de vez en cuando... y papá también, cuando viene. Y sólo hace frío cuando nieva... Y la madre de Valentina no tiene trabajo, y no se van. Yo no quiero irme, no, mamá, por favor...
MADRE: Me han dicho que hay un país, donde no nieva, que es muy bonito, tendremos una casa grande y cálida... la madre de Anna me escribió el otro día... les va muy bien. Ella y su papá han encontrado trabajo los dos, y Anna tiene muchos amigos en un colegio muy bonito, y compran muchas cosas...
IEVA: ¡Ah! Entonces... ¿vendrá papá?
MADRE: No, papá no vendrá.
IEVA: ...¿Y la abuela?
MADRE: No, la abuela tampoco vendrá.
IEVA: Entonces no iremos a casa de la abuela después del colegio...
MADRE: No... bueno... no... pero vendremos a verla en verano...

(Largo silencio. Las dos saben el significado de lo que hablan y quieren asimilarlo, pero les cuesta).

IEVA: ¿Y tampoco volveré a ver nunca a...? ¡A nadie!

(Se abrazan. La  niña empieza a sollozar)

IEVA: Bueno, mamá, si tu quieres... Pero yo sólo tengo frío cuando nieva...


II

(Otra habitación, parecida a la anterior. Mismo ambiente frío. Nieva afuera. Una anciana, con ropas humildes, abre la puerta de la vivienda. Entran Ieva y su madre)

MADRE: Hola.
IEVA: (Abrazándose a la abuela) ¡Hola, abuela!
ABUELA: ¡¡Hola, Ieva!!

(En sus caras, las lágrimas de la abuela se mezclan con las  de su nieta. Pasan al interior. Largo silencio. Las mujeres se miran de soslayo. Nadie parece querer romper el silencio)

MADRE: Me llevaré también ese abrigo negro tuyo que ya no te pones...
ABUELA: Está muy viejo. Déjalo. Llévate el gris.
MADRE: No, no quiero, no tienes otro...
ABUELA: ¡He dicho que te lo lleves! Yo apenas salgo.
MADRE: ¡Pero si allí no hace frío...!

(Nuevo silencio prolongado. La discusión pierde relevancia con cada segundo de silencio)

ABUELA: ¿Lo tienes todo?

(La madre la mira sin contestar, pero su mirada, al fondo de sus ojos, indica que es muy poco lo que hay que preparar)

MADRE: Sí... Mañana te traeré lo que queda... Son dos cajas más...
ABUELA: Pero... ¿por qué no os venís aquí, conmigo? Estaremos muy bien y podemos arreglarnos, y así no tendrás que pagar la habitación...
MADRE: Está decidido, madre. ¿No lo entiendes? Ieva necesita un futuro... y aquí no lo hay.
ABUELA: ¿Un futuro? Todos hemos tenido un futuro, y una vida. Tú también. Antes también éramos pobres. Siempre ha sido así.
MADRE: Pero yo no quiero eso para Ieva. No. Nunca más. Allí se gana mucho más que aquí. Y la gente come todos los días...
IEVA: (Interrumpiendo, no quiere que discutan otra vez) Allí no nieva, abuela, mamá me lo ha dicho.
ABUELA: Si, hija, allí no tendrás frío por las noches... 

III


(La primera habitación. Mismo decorado, un poco más revuelto)

MADRE: ¡No, Ieva! ¡Eso tampoco cabe!
IEVA: ¡Cómo que no cabe! Esto no lo puedo dejar. Es mi ropa.
MADRE: Allí no te hará falta tanta ropa, y además casi no te vale, enseguida se te quedará pequeña. Sólo podemos llevar lo imprescindible.
IEVA: ¡Claro! Pero cuando se me quede pequeña la cambiaré con...con...
MADRE: ¿Lo ves? No la necesitas. Sólo llevarás lo que te quepa en la maleta.
IEVA: ¿En esta maleta? ¡Aquí no cabe nada!. ¿Y mis juguetes? ¿Y mis cuentos? ¿Y mis muñecos? ¿Y mi silla? ¿Y el cuadro que pinté el año pasado? Me dijiste que te gustaba mucho...
MADRE: Sólo la maleta, Ieva. Sólo aquello con lo que podamos cargar.
IEVA: ¡Mamá, no podemos dejar todo!
MADRE: Sólo un muñeco... Misha, el oso.
IEVA: ¿Sólo Misha? ¡Tengo cuatro!
MADRE: Los otros son muy grandes. Se quedarán con la abuela. Y termina, que mañana nos vamos y aún tenemos que llevarlos a casa de la abuela, volver y acostarnos pronto, porque hay que madrugar.

(Misma habitación. La niña llama  a su madre en medio de la noche)

IEVA: ¡Mamá! ¡Mamá! ¡Despierta!
MADRE: ¿Ahora qué, Ieva?
IEVA: Mamá, he cambiado de opinión. No me llevaré a Misha. Me llevaré a Sasha.
MADRE: Ieva, Sólo quedan cuatro horas para levantarnos. Duerme. Sasha está en casa de la abuela.
IEVA: ¡Mamá..., por favor...! Sasha quiere venir, y Misha cuidará mejor de la abuela...

(Silencio. La madre se levanta)

MADRE: Vamos. 

IV


(El autobús lleva un rato circulando por calles con denso tráfico. Madre e hija presentan un aspecto muy cansado, pero no dejan de mirar por la ventanilla, todo es nuevo a sus ojos. La niña aprieta un muñeco entre sus brazos. Largas avenidas  pobladas de coches, mucha gente a pesar de la hora, luces de neón que cruzan las calles lo iluminan todo. Intermitentemente, iluminan también las caras. Ahora, el autobús desaparece bajo tierra, y sigue circulando por un pasadizo imposible. Unos minutos después, algunos pasajeros se levantan y el coche se detiene. No han vuelto a salir a la superficie, pero están en un gran espacio subterráneo, con mucha gente y muchos autobuses. Todo el pasaje se moviliza).

MADRE: ¡Vamos, Ieva! ¡Hemos llegado!
IEVA: ¿Aquí? ¿Ya?
MADRE: ¡Claro. ¿No lo ves? Todos bajan.

(Al pie del vehículo, recogen su equipaje. La madre lleva dos pesadas maletas y un bolso de mano a la espalda, lleno a reventar. La niña, una maleta pequeña y una mochila a la espalda)

MADRE: ¡Vamos, Ieva!
IEVA: ¿A dónde, mamá?
MADRE: ...No sé... Vamos. Tenemos que llamar a la madre de Anna... y a la abuela...
IEVA: Pero si la abuela no tiene teléfono...
MADRE: Bueno, a los vecinos.

(Madre e hija, con dificultad, llevan sus bultos a través de pasillos y escaleras mecánicas, hacia la superficie. Miran a todos lados continuamente, entre la curiosidad y la desconfianza. El último tramo de escalera envía a sus rostros el anuncio de que ya salen al exterior. Cuando ponen el pie en la calle, unos leves copos de nieve revolotean sin decidirse a caer)

IEVA: ¡Mamá!
MADRE: ¡Agárrate a la maleta, Ieva!
IEVA: ¡Mamá!
MADRE: Venga, agárrate y busquemos un teléfono.
IEVA: ¡Pero mamá!
MADRE: (Con un nudo en la garganta) ¿Qué, Ieva?
IEVA: Mamá... ¡Está nevando...!
MADRE: (...)
IEVA: Bueno... ¡pero no hace frío, mamá, no te preocupes...!


Julio, 2011